domingo, 4 de abril de 2010

Capítulo 1 - Alethia

-Déjame en paz, Jacob -murmuró Alethia tirándole a su hermano un cojín.
-Venga ya, Ale, que vamos a llegar tarde al instituto.
-Que te den, Míster me-creo-súper-guay-porque-estoy-en-primero-de-bachillerato.
-Anda, cállate, mocosa.
Alethia le sacó la lengua a su hermano mayor, y éste, bufando, salió del cuarto. Entonces, la chica cogió un trapo, lo mojó con agua ardiendo y se lo refregó por toda la cara. Luego cogió el teléfono y llamó a su mejor amiga Evelyn Barlow.
-¿Sí? -preguntó la joven- Aquí Evelyn Barlow.
-Eve, soy Alethia.
-¡Ale! ¿Qué tal, chica? ¿Has tenido buen fin de semana?
-Bueno, bien pero...te llamo para decirte que no voy hoy al colegio porque no he estudiado nada para el examen.
-Jo, pues vaya, tampoco podrás ir a la fiesta de Darío, ¿No?
-Bueno, eso es lo que me imagino.
-Jo, tía, qué pena, con lo que te mola el tío ese...
-¡¡NO ME MOLA DARÍO!!
-Vale, lo que tú digas, pero no tiene pareja para el baile y...
-¡AHH! ¡Que te den! Oye, viene mi madre. ¡Nos vemos mañana!
Alethia colgó y Jacob entró en el cuarto.
-Conque enferma, ¿Eh? ¿Qué examen tienes esta semana, mentirosilla?
-Ninguno -mintió.
-Y un cuerno, pitufa.
-Jacob, deja a tu hermana, que le voy a poner el termómetro.
-Yo creía que, a punto de cumplir los catorce años, iba a tener una mínima conciencia moral.
-Anda, déjala y vete tú para el instituto.
Jacob se fue, dejando a madre e hija solas.
-Bueno, ponte el termómetro y avísame cuando pite.
La madre se fue y Alethia calentó el termómetro bajo la lámpara hasta que alcanzó los treinta y ocho grados y medio, y luego se lo volvió a meter bajo el brazo cuando llegó su madre.
-¡Oh, vaya! Bueno...tendrás que quedarte en casa.
-Sí...¡achís! -convino la joven fingiendo un estornudo- Tendré que quedarme en casa.

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